Plauto
Tito Maccio Plauto nació el año 254 A.C. en
Sársina, Umbría. En su juventud se trasladó a Roma, en donde trabajó en varias
compañías de teatro y se empleó en un molino.
Sobre su vida tenemos datos poco fiables, la mayor parte de las
informaciones que tenemos proceden de Varrón, erudito del siglo I a. C., que
dedicó grandes esfuerzos a aclarar las circunstancias de la vida del poeta
umbro.
Plauto debió de llegar muy joven a Roma, a juzgar
por la pureza de su lenguaje. Se sabe que en su juventud trabajó en compañías
dramáticas y que se dedicó al comercio marítimo pero se arruinó. Como
consecuencia del endeudamiento provocado por su actividad comercial es posible
que se viese obligado a trabajar como esclavo empujando la piedra en un molino.
En su estancia como molinero comenzó a escribir sus
famosas comedias caracterizadas por su enfoque satírico. Tenían el objetivo
principal de divertir y entretener a su público a la par que realizar una
crítica sociopolítica.
Cultivó con gran éxito la farsa, la comedia burlesca, la sátira y la
parodia, manejando un lenguaje coloquial con personajes estereotipados e ingeniosas
tramas.
Empleó la Fábula Palliata, influenciado por
comediógrafos griegos como Filemón o Menandro. La mayor parte de su obra se ha
perdido, siendo sus trabajos conservados más importantes “Aulularia o Comedia
de la Olla”, “Anfitrión”, “La Asinaria”, “El Cartaginés”, “Las Báquides”, “El
Mercader”, “El Soldado Fanfarrón”, “Los Menecmos” o “Vidularia o Comedia de la
Maleta”.
Plauto usa un rico y vistoso lenguaje de nivel
coloquial que no elude la obscenidad y la grosería entre retruécanos, chistes,
anfibologías, parodias idiomáticas y neologismos, usando un vocabulario muy
abundante de una gran variedad de registros. Emplea con preferencia la
aliteración, la asonancia y el asíndeton, imprimiendo a su estilo un sello
inconfundible. Es un psicólogo penetrante en obras que anuncian ya la comedia
de carácter o comedia de figurón, como es el caso de Aulularia sobre el tipo
universal del avaro o Miles gloriosus sobre otro tipo eterno, el fanfarrón; la
mezcla de dos acciones en una sola obra hizo de él el primer creador de la
técnica del imbroglio o enredo, que tanto juego ofrecerá en la comedia. Algunos
personajes como el esclavo liante, desvergonzado y diabólicamente astuto,
presagian ya el personaje del gracioso en la comedia del Siglo de Oro español,
y otros, como el parásito, derivarán en el del pícaro. Muchas de estas comedias
terminan con una feliz anagnórisis o agnición o con la burla a un viejo.
Las obras de Plauto son menos refinadas pero más cómicas que las
griegas. Sus personajes son los mismos que en las comedias griegas: jóvenes
alocados y calaveras, cortesanas, alcahuetes, flautistas, traficantes de
esclavos o lenones, esclavos diabólicamente astutos que sacan siempre las
castañas del fuego a sus señores, comerciantes, viejos verdes y gruñones,
parásitos, soldados fanfarrones, etc.; el argumento estaba lleno de situaciones
de enredo, engaños y confusiones. Pero Plauto añade variedad y originalidad a
los temas y a los personajes siempre con la intención de hacer reír al público
romano. La obra de Plauto influyó en las comedias medievales de la monja
Hrostsvita y en las comedias humanísticas que se componían en latín en las
universidades como trabajo de fin de curso y en el Renacimiento. Hay mucho de
Plauto, por ejemplo, en El avaro de Molière, en Giovanni Boccaccio y en
las comedias de Shakespeare.
De la enorme popularidad de Plauto da fe el hecho
de que ya en el momento de su muerte circularan como suyas unas ciento treinta
comedias.
Varrón, en su estudio sistemático de la obra plautina,
estableció como auténticas, sin ningún género de dudas, veintiuna comedias de
esas ciento treinta atribuidas.
Falleció rico y respetado en el año 184 A. C.
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